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Columna MARÍA PÍA AQUEVEQUE

Directora de empresas y experta en Blockchain. Es CEO y fundadora de DTCODE, empresa dedicada a la innovación utilizando tecnología blockchain, a través de I + D colaborativa. Los últimos dos años ha representado al Instituto de Investigación Blockchain en Iberoamérica. María Pía es también Miembro de la Junta Directiva de Olidata S.p.A (Italia) y como suplente en AFP UNO (Chile).

Asesora a líderes públicos y privados en la implementación de la tecnología blockchain y actualmente lidera el capítulo chileno del 30% Club, una iniciativa global enfocada en aumentar la participación de las mujeres en los consejos de las principales corporaciones del Club.

Con estudios en economía, negocios y política pública, a lo largo de su carrera María Pía ha sido una valiosa colaboradora del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Gobierno de Chile, la Asociación Chilena de Fondos Mutuos, la revista AmericaEconomía y la Cámara de Comercio Norteamericana en Chile, entre otras muchas instituciones.


Un nuevo modelo empresarial: DAOs y diversidad


En este contexto, el COVID-19 ha sido un glitch de todos los sistemas y nos ha mostrado y exacerbado todas las debilidades sobre las cuales hemos construido nuestro sistema económico, político y social. Todas las organizaciones se han visto desafiadas y se está transformando la forma en que interactuamos, colaboramos e innovamos a nivel global. Universidades, la industria y los gobiernos están trabajando juntos para probar y lanzar rápidamente innovaciones que se implementan en la práctica en días e incluso horas.



En el frágil escenario global producto del impacto de la economía post COVID-19, con más fuerza surge la postura propuesta por el economista Joseph Stiglitz sobre la importancia de las cooperativas para poner a las personas en el centro de la actividad económica. Las cooperativas tienen mayor capacidad de gestionar los riesgos que el sector privado capitalista. El construir un mundo en el que la economía funcione mejor para todos, basada en la solidaridad con tomas de decisiones más participativas son valores propios del cooperativismo.



La importancia de la descentralización y la confianza


Aquí es donde la tecnología blockchain entra en la ecuación como respuesta para generar confianza, seguridad y descentralización en la forma de organizarnos. En particular, las organizaciones autónomas distribuidas (DAOs en inglés), son como cooperativas montadas en la blockchain que operan internacionalmente en forma digital. A través de protocolos o acuerdos de consensos que se ejecutan en programas de software criptografiados, como son los “smart contracts “, permite administrar la interacción de múltiples actores en forma transparente y eficaz. Permite, además, generar mecanismos participativos en la toma de decisiones, administrar y distribuir de mejor manera el valor que aporta cada una de las partes y reducir las asimetrías de información. Permitiendo de esta manera confianza entre las distintas partes involucradas y mayor igualdad (en su amplia definición).



Estos modelos de DAO sobre blockchain, podrían a su vez gobernar en forma eficiente y eficaz la implementación del modelo de “valor compartido” hace años propuesta por Michael Porter. Quien postula que una empresa necesita una comunidad exitosa, no sólo para crear demanda por sus productos, sino también para brindar activos públicos cruciales y un entorno que apoye al negocio. Una adecuada implementación implica la creación de un ecosistema y lleva implícitos altos costos de transacción asociados a la gobernanza, los cuales se podrían explorar y re diseñar utilizando la cadena de bloques.


Por otra parte el sociólogo y economista, Jeremy Rifkin, ha apoyado el movilizar los miembros cooperativistas para aprovechar el Internet de las cosas y lo que llama la “sociedad de costo cero”. Esto significa reducir a casi cero los costes marginales de grandes segmentos de la vida económica en los próximos años y que da lugar a una economía mixta–en parte mercado capitalista y en parte procomún colaborativa. Un ejemplo muy concreto es el Microgrid de Brooklyn implementado por LO3 Energy. Ellos han reinventado el modelo tradicional de red energética, con el concepto de una red energética comunitaria. Si bien el proveedor de servicios públicos aún mantiene la red eléctrica que suministra energía, los miembros de la comunidad generan, almacenan y comercializan la energía real para obtener un modelo de energía limpia más resiliente y sostenible.


En lo político, se exploran nuevas formas de representación ciudadana o de toma de decisiones en base a preferencias, como el voto cuadrático. Este es un procedimiento de toma de decisiones colectivas en el cual los ciudadanos (o legisladores) pueden comprar votos para expresar sus preferencias. Esto redunda en exploraciones en la búsqueda de a una democracia mucho más participativa que fue implementada en la legislatura del estado de Colorado, en Estados Unidos.


En este contexto blockchain y las otras tecnologías profundas de la cuarta revolución industrial (inteligencia artificial, machine learning, big data o quantum data, entre otras) hoy están acelerando el rediseño de un nuevo “orden” en lo económico, político y social.


A pesar de que todo esto está en fases de experimentación y de escalamiento, estamos en tiempos de colaboración, apertura y aceleramiento en la apuesta por soluciones que den respuesta a los desafíos económicos y sociales que tenemos por delante a nivel global. Las decisiones que tomemos hoy respecto a cuáles serán la base de nuestro tejido social determinará los pilares de la misma. Por ejemplo, sobre la privacidad y seguridad de datos e identidad digital, la sostenibilidad y resiliencia de energías limpias y el apoyo a ecosistemas de I+D que impulsen las economías. Temas que están como prioridad en la agenda hoy en Europa, donde podría generarse un piloto de ecosistema regional que luego pueda ser adoptado a nivel global.


Diversidad como un mecanismo para prever escenarios

Como bien señala Stiglitz, para que haya crecimiento económico debe haber más equidad y eso también implica mayor integración de la mujer en la economía. Yo complementaría que en todo este proceso es importante que exista diversidad (en un sentido amplio) en los espacios de tomas de decisiones del nuevo «orden o pacto social», sea esto en lo económico, político o social. Esto no solo implica temas de género por la visión complementaria entre hombres y mujeres, sino además, al menos, el factor generacional.


Como señala Rifkin, los jóvenes, son y seguirán siendo clave en las décadas siguientes pues su conciencia frente a la libertad, al poder y a la pertenencia comunitaria son distintas (visión que ha sido desarrollada entre otros por la democratización de la información e interconexión, internet). Esto obliga a que como sociedad no intentemos implementar fórmulas del pasado, sino más bien redefinir estos conceptos con una mirada de futuro, aprovechando las nuevas combinaciones posibles que nos permiten las tecnologías disponibles.


La representación de diversidad no es tema de una empresa o un sector. Es cierto que los desafíos de la primera era digital no están resueltos y qué hay que promover diversidad en carreras STEM y el sector tecnológico para no perpetuar sesgos en los algoritmos. Hoy, en este aceleramiento de la transformación digital la diversidad tiene que estar también en el diseño de cualquier procesos productivo. Además es importante que en la construcción de la próxima era (que dará paso al nuevo contrato social) incorporemos todas las miradas con una conciencia de quienes serán los encargados de administrar y liderar el futuro, los jóvenes. Esto permitirá un entramado social y empresarial más resiliente.


En este proceso las empresas deben apoyarse entre sí, y disponer del mejor talento. Requerimos de este capital humano para afrontar de mejor manera los cambios que se producen en la sociedad y la empresa. Para aumentar la diversidad y confianza en los procesos se es evidente que se requiere la colaboración y el liderazgo de todo el mundo empresarial. Lo importante es que esto también se de dentro de una dinámica de colaboración-para luego competir- en que logren censos. Su gobernanza se debe dar en forma descentralizada, en que se castigue o se expulse a quien no cumpla con los acuerdos. Así como se dan en los modelos públicos o semi permisionados que utilizan tecnologías de registro distribuido, denominadas tecnologías DLT (del inglés, “Distributed Ledger Technology”).


También es importante incorporar mayor diversidad en puestos de decisión, como son los directorios de empresas. Pues en ellos se decide los lineamientos generales sobre lo cual trabaja el resto de la organización. En esta línea iniciativas como el Club del 30% busca que las grandes corporaciones avancen en forma orgánica a través de metas voluntarias de diversidad que les sirva como instrumento de gestión, no cuotas. Bajo un modelo de colaboración Inter empresa a nivel global. Porque aquellas organizaciones que serán más resilientes a la coyuntura económica global serán aquellas que sean capaces de adaptarse más rápido y sustenten sus valores en acciones concretas y no en palabras. Pero el factor clave será el ser capaces de comprender y prospectar los escenarios futuros.


Lo que si sabemos es que estamos en una oportunidad global para la construcción de un nuevo “pacto social”. Si debemos tener claridad que como dice Mark Twain que: “Lo que nos mete en problemas no es lo que no sabemos. Es lo que sabemos con certeza que simplemente no es así”.


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