Clínica Sara Navarrete - Centro de Psicología Clínica y Jurídica. Actualmente realiza su ejercicio profesional como directora del Centro de Psicología Clínica profesional de la psicología en Valencia. Escritora del libro “Aumenta tu autoestima: las 10 claves que necesitas para cambiar tu vida.”
EL HÁBITO ES LO QUE NOS SUJETA CUANDO LA MOTIVACIÓN SE VA.
¿Y cuáles son los mitos más habituales que crees que circulan, a nivel popular, acerca de lo que es la autoestima?
El primer gran mito que nos encontramos es el de que siempre tenemos que estar felices y con una autoestima alta.
Este mito viene dado por la idea de la distorsión temporal. Cuando pensamos en felicidad o en amor lo hacemos en términos absolutos. Si no estoy o me siento siempre bien conmigo mismo, entonces no lo estoy haciendo bien. No podemos hablar de emociones en términos absolutos sino relativos, es decir, que las emociones pueden ir variando y deben de fluir a lo largo del tiempo.
No podemos pretender sentirnos siempre bien 24 horas al día y los 7 días de la semana.
Nuestro aspecto físico, o cómo nos vemos físicamente a nosotros mismos (realidad vs. percepción) es una de las partes que conforma nuestra autoestima. Si nos vemos bien y estamos contentos con nuestro físico, nos sentiremos mejor. Si, por el contrario, siempre vemos lo que no tenemos o lo que tenemos de más y nos juzgamos permanentemente, será difícil que nos sintamos bien.
Como me Veo / Como me Ven es un ejercicio que ayuda a identificar nuestras competencias además de las diferencias que podrían existir entre la imagen que tenemos de nosotros mismos y la imagen que tienen los demás.
El autoconcepto; lo que creemos de nosotros mismos, la autoimagen cómo nos percibimos; nuestro espejo interno que en muchos de los casos puede estar muy distorsionado de la realidad, la autoaceptación que es el admitir y reconocer lo que somos sin pretender cambiarlo y el auto-respeto que es el atender y satisfacer nuestras propias necesidades y valores, desde lo interno.
El autoconcepto es básicamente la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esta imagen se forma a partir de un buen número de variables, pero es particularmente influenciado por nuestras interacciones con las personas importantes en nuestras vidas.
Incluye la percepción de nuestras capacidades y nuestra propia singularidad, y a medida que envejecemos estas auto-percepciones se vuelven mucho más organizadas, detalladas y específicas.
El autoconcepto es un término de gran relevancia en al ámbito de la psicología social, pero fundamentalmente ha sido desarrollado por los teóricos de la psicología humanista, en cuyo seno se ha considerado como un pilar básico para el posterior desarrollo de sus diversos abordajes terapéuticos.
Para el Psicólogo humanista Carl Rogers, el concepto de sí mismo se compone de tres factores diferenciados:
La imagen de ti mismo, o cómo te ves
Es importante darse cuenta de que la auto-imagen no coincide necesariamente con la realidad. La gente puede tener una auto-imagen inflada y creer que las cosas son mejores de lo que realmente son. Por el contrario, las personas son generalmente propensas a tener auto-imagen negativa y percibir o exagerar los defectos o debilidades.
La autoimagen se ve afectada por diversos factores, como la influencia de los padres, los amigos y compañeros, los medios de comunicación, los grupos de pertenencia…, y se conforma en base a una combinación de estos factores.
Según el estudio realizado por Kuhn (1960), la respuesta a la pregunta ‘¿Quién soy yo?’ podía dividirse en dos grupos principales. Por una parte las respuestas basadas en roles sociales (aspectos externos, objetivos vitales, etc.) y por otra las basadas en rasgos personales (aspectos internos, afectivos o de personalidad).
La autoestima se refiere a la medida en que nos gustamos, aceptamos o aprobamos a nosotros mismos, o dicho de otro modo, cuánto nos valoramos.
La autoestima siempre implica un grado de evaluación y por tanto puede resultar en una visión positiva o negativa de nosotros mismos.
Una serie de factores puede afectar a la autoestima, incluso cómo nos comparamos con los demás y cómo responden los demás ante nosotros. Cuando la gente responde positivamente a nuestra conducta, somos más propensos a desarrollar una autoestima positiva, y viceversa.
La comparación con los demás. Si cuando nos comparamos con personas de nuestro grupo de referencia, concluimos que estas personas son más exitosas, felices, ricas o guapas que nosotros tenemos la tendencia a desarrollar una auto valoración negativa, si es al revés, nuestra autoestima se verá reforzada.
Los roles sociales. Algunos roles sociales llevan aparejado cierto prestigio, por ejemplo, médicos, pilotos, deportistas, presentadores…Esto sin duda promueve una autoestima elevada. Otros roles sin embargo están estigmatizados, como presos, enfermos mentales, desempleados, etc.… Esto tiene por supuesto una consecuencia directa sobre la valoración que hacemos de nosotros mismos.
Identificación . Es una variable dependiente de la anterior, ya que se refiere a la interiorización de los roles que desempeñamos. Esto hace que se conviertan en parte de nuestra personalidad, es decir llegamos a identificarnos con las posiciones que ocupamos, los papeles que desempeñamos y los grupos a los que pertenecemos.
“Te invito a hacer un ejercicio…
Sabiendo todo lo anterior, podemos relativizar todos los mensajes que recibimos de fuera y sentirnos a gusto tal y como somos. ¡Eso es posible! Tratar de mirarnos con unos ojos que no sean los del peor juez del mundo, ser lo más objetivos posible y mejorar en nuestra posibilidad, si queremos y nos apetece. No se trata de verse como los mejores del mundo, porque no lo somos, sino de vernos tal y como somos realmente. Tampoco somos los peores del mundo.
Trata de mirarte al espejo como si fuera la primera vez que te ves, con los ojos nuevos de alguien que no se ha visto nunca a si mismo. Trata de mantener esa mirada al espejo durante bastante tiempo, hasta que te sientas acostumbrado a ti mismo. Trata de describirte de una forma objetiva, sin juzgarte en negativo: haciendo balance realista de quién ya eres.
¡Quiérete!
Si después de ese análisis objetivo quieres cambiar cosas, puedes hacerlo. Que nos queramos y aceptemos no implica que no tratemos de estar lo mejor posible. Si quieres, sea lo que sea, trata de hacerlo. Pero no te machaques. No te tortures, ni pienses en matarte de hambre. Tu cuerpo es el vehículo que te lleva a todos lados, cuida de él, escúchalo y mímalo como uno de tus bienes más preciados.
¡Quiérete más y mejor!”
Magdalena Grande
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