top of page

Columna de LAURA SÁNCHEZ

Psicología Clínica-


¿SIENTES QUE SIEMPRE SE REPITE LA MISMA HISTORIA?

Muchas veces manifestamos síntomas que reflejan nuestra dolorosa historia familiar. Los padres son los que nos enseñan cómo funciona el mundo, las relaciones, el amor, son los que nos ayudan a forjar nuestra identidad, autoestima y seguridad. Pero cuando ellos mismos tienen problemas personales o en la pareja la relación es complicada, pueden tener dificultades para cubrir nuestras necesidades, y aunque no sea su intención, pueden hacernos mucho daño.

 

Culpa, responsabilidad exagerada, cambio de roles, miedo al abandono, inseguridad, baja autoestima, dificultad en el control de las emociones, inestabilidad, inhibición, necesidad de control excesiva, tristeza, elevada autoexigencia, necesidad de mentir, estar siempre alerta, consumo de drogas, vacío, dolores, etc. son muchos de los síntomas, y de fondo padres o madres con alcoholismo, ludopatía, con discusiones de pareja constantes, ausentes, en relaciones de malos tratos, controladores, que pasan por separaciones de pareja complicadas, etc. 

 

Intentamos sobrellevar la situación lo mejor que podemos, a veces involucrándonos lo más posible para salvar a la familia, en otras nos metemos en nuestro mundo intentando pasar desapercibidos y casi yendo de puntillas para no aumentar el malestar, a veces procuramos ser casi perfectos, otras entramos a copiar el modo de funcionamiento…Y seguimos adelante, con heridas pero caminamos, avanzamos…hasta que la vida nos lo pone delante “¿no he pasado ya antes por esto?” La sensación de estar condenados al mismo desenlace, una y otra vez la misma historia: la gente me da de lado, todas mis parejas me acaban dejando, siempre acabo con una persona que no me conviene, parece que molesto en todas partes, se aprovechan de mí, siempre me equivoco y pierdo a la gente que quiero…

 

Llega un momento que necesitamos parar, analizar nuestra historia ¿Qué significó para mí lo vivido? ¿Cómo lo he integrado? ¿Dónde me coloqué? ¿Cómo me sentía?¿qué necesitaba? ¿Qué estaba pasando? y ver cómo eso nos afecta en la actualidad. Cuando somos pequeños no tenemos tantos recursos para entender lo que ocurre ni para manejar las emociones que nos genera, y es fácil que lo acabemos cargando en la mochila así, en crudo. Desde la visión adulta podemos digerir y recolocar lo vivido, curar las heridas, apoyarnos y aceptarnos, vernos ahora desde otro punto donde sí vamos a tener la capacidad de gestionar las situaciones rompiendo el círculo de repetición, y continuar a pesar de lo vivido con un paso más tranquilo y seguro.


Comments


bottom of page