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Columna de GEMA SÁNCHEZ

Licenciada en Psicología. Experta en Intervención Sistémica. Actualmente, es la directora web de La Mente es Maravillosa. Colabora en revistas como Mujerhoy, Objetivo Bienestar y Mente Sana y otros medios digitales como El Huffington Post, ABC Bienestar, Psicoactiva.




LA RAÍZ DE LOS CELOS

Los celos son un sentimiento normal: no hay que reprimirlos, sino solucionar las causas que tienen detrás.


“Si tiene celos es porque te quiere”, “soy celoso/a porque te amo”, “preocúpate cuando deje de tener celos, porque quiere decir que ya no estoy más enamorado/a de ti”. Estas son frases que seguramente todos hemos escuchado (y hasta dicho en algún momento). Pocas emociones llegan a ser tan complejas como los celos, ahí donde se arremolinan sentimientos dispares y siempre intensos.


Sin embargo, debemos tenerlo claro: los celos no demuestran amor. En realidad, son una respuesta emocional al miedo de perder algo, algo que, por otro lado, asumimos que nos pertenece, que es de nuestra propiedad. Una idea sin duda altamente preocupante y negativa.


Los celos son una señal de alarma que nos informan de la existencia de un peligro. Así, ese riesgo no es otra cosa que el temor a perder el cariño de nuestro ser querido. Son realidades emocionales que suelen ir acompañadas de sensaciones intensas como la de abandono y exclusión, experiencias internas que, como es de esperar, se viven de forma extrema y dolorosa.


Los celos se dan no solo con la pareja (aunque sea el caso más típico), sino también entre hermanos, primos, amigos, familiares, colegas del trabajo, etc. Es por ello que este sentimiento, presente en todas las culturas desde hace miles de años, forma parte de canciones, mitos, leyendas, libros y por supuesto, investigaciones científicas.


Partiendo de la idea errónea de que alguien nos pertenece.


Si dejáramos de lado la percepción de que el otro es nuestro patrimonio, los celos no existirían. Así de sencillo. El ser humano por naturaleza se ha criado en un ámbito donde se apropia de todo lo que tiene alrededor. Nos quedamos con algo porque nos gusta, nos hace bien, lo disfrutamos y queremos que esté a nuestra merced cuando nos apetece.

En el caso puntual de la pareja, donde hay más casos de celos, deberían importar los sentimientos y opiniones de ambos. Esto significa que es preciso que se lleve a cabo un equilibrio. No podemos pretender que el otro sea un objeto que hace lo que queremos, cuando, como, donde y las veces que lo deseamos.


Por otro lado, algo que nos señalan los psicólogos evolutivos es que los celos son un tipo de emoción que no debe suprimirse. Y no debemos hacerlo por una razón muy simple: si la vetamos y escondemos seguirán ahí, latentes y peligrosos. Debemos entenderlos como lo que son, una señal de advertencia que debemos gestionar. La mayoría de las veces, parten de miedos infundados e inseguridades, dimensiones psicológicas que deberemos tratar en nosotros mismos.


¿Cuál es la raíz de los celos?

En los años 90 se llevó a cabo un extenso estudio por parte de la Universidad de Nueva York donde se buscaba entender la raíz de los celos. Los resultados dejaron entrever algo que ya intuían los propios psicólogos: detrás de los celos está la inseguridad, la baja autoestima y, sobre todo, una crianza donde no hubo un apego saludable. Así, al madurar y crecer las personas generamos conductas dependientes hacia nuestras parejas, ahí donde los celos son muy frecuentes.


Por otro lado, un estudio publicado en la revista Developmental Psychology advierte de algo que no podemos dejar de lado. Nuestros adolescentes son cada vez más celosos y controladores. A día de hoy los celos y la agresividad, así como el maltrato y el control hacia la pareja son realidades que vemos cada vez con más frecuencia. Esto es algo sobre lo que reflexionar.


La dependencia, la falta de autoestima y el miedo a la soledad, clave de los celos

La pareja necesita autonomía de cada uno de sus miembros. Necesita poder decidir, crecer personal y profesionalmente. Crear un vínculo satisfactorio con el ser amado implica saber crecer en la relación creando lazos fuertes, pero sabiendo soltar también para que tanto uno como otro, sean capaces de alcanzar metas personales.


Claro, en este punto es cuando pensamos: “si lo/a “dejo” hacer lo que quiere seguro que me engaña o se porta como no debe”. La razón o causa más importante de los celos es el sentimiento de auto desvalorización, la baja autoestima y el miedo a ser abandonados.


Como podemos ver esa presencia de miedos excesivos y falta de desarrollo emocional y personal, genera a largo plazo una elevada infelicidad. ¿Qué podemos hacer, por tanto, para “curar” los celos?


Lo fundamental es dirigirse directamente a la raíz que los genera. Es normal que todos tengamos partes nuestras que no nos gusten o quisiéramos mejorar, el problema está en el rechazo a estas partes de manera destructiva y en su perjuicio a través de pensamientos y acciones.


Es necesario, por tanto, que invirtamos en nosotros mismos, que potenciemos nuestra autoestima, nuestro autoconcepto e imagen personal. Es vital, además, que aprendamos a permitir espacios y a confiar en las personas que amamos.


No te creas esa historia de que los celos significan amor

Si tu pareja está controlando cada uno de tus movimientos, si critica cómo te vistes o te prohíbe pasar tiempo con tus amistades y familia, reacciona y abre los ojos: ese amor no es sano.


Si te espía mientras escribes un mensaje de texto o un correo, si se siente intranquilo/a cuando vas al trabajo y busca excusas para que te quedes en casa, o si cuando regresas de cada lugar, tienes que soportar una especie de interrogatorio, reacciona. Tal vez sea momento de hablar y de dejar ciertas cosas claras.


Se dice que un celoso enfermizo es imposible de recuperar, pero lo que sí se puede hacer es prevenir que la cosa pase a mayores. ¿Cómo? Hablando al respecto, haciéndole entender que tiene un problema (aunque no se haya percatado de ello) y ayudando a esa persona a entender que la confianza es muy importante en una relación.


Evitemos que los celos saboteen nuestras relaciones y no dudemos en pedir ayuda cuando así lo creamos necesario. En ocasiones, detrás de la conducta celosa pueden esconderse trastornos de personalidad o emocionales que es necesario trabajar. No descuidemos para mañana la infelicidad que sentimos hoy.


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