Columna de GABRIELA SALVADOR
- Fabiola Olate Sagredo
- 9 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 10 jun
33 años de Experiencia en Industria Financiera: 26 Gerencias./Directora Pro Bono en: Emprendimiento/ Empresas Familiares/ Inversión de Impacto y Ética./ Capacidad de Análisis 360/ Mentora.
ATREVETE A SER VISIBLE: TU RED EMPIEZA CONTIGO

Perder el miedo a lo desconocido ha sido una de las decisiones más liberadoras de mi carrera.
En un país como Chile, donde solemos castigar el error y sobrevalorar el éxito sin mirar el proceso, arriesgarse no es fácil. Pero para crecer —de verdad— hay que atreverse a cruzar umbrales. Yo lo hice muchas veces: cambiándome de división, de industria, de foco. Cada paso implicó incomodidad, pero también aprendizaje. Cada salto fue una apuesta por algo más grande.
Desde mis primeros años entendí que nadie haría el trabajo de construir una carrera por mí. El networking no es un favor, es una responsabilidad personal. He fortalecido mis redes asistiendo a eventos, participando en asociaciones gremiales, en comunidades como The Impact, y también en redes globales como Cartier Women’s Initiative.
Uso las redes sociales para visibilizar mis convicciones y también para amplificar las causas en que creo. No tengo miedo a conocer gente nueva. Al contrario: me mueve la curiosidad y la convicción de que siempre hay algo que aprender del otro.
Estas redes han sido clave para expandir mi propio potencial. He aprendido nuevas habilidades —desde herramientas digitales hasta enfoques colaborativos de liderazgo— y he accedido a oportunidades laborales y colaboraciones impensadas. Incluso proyectos como ChileConverge nacieron de conexiones informales que se transformaron en propósitos colectivos.
Mi participación en distintos directorios también ha sido una forma concreta de incidir en la industria y fortalecer redes con impacto. Estar sentada en esas mesas no solo me ha permitido abrir espacios para otras mujeres, sino también cuestionar prácticas, promover estándares éticos más altos y aportar una mirada que pone en el centro a las personas. Los directorios son lugares de decisión, pero también de conexión. Y ahí, el valor de una red sólida, diversa y genuina se vuelve estratégico.
Pero quizás lo más valioso ha sido la posibilidad de ayudar a otras mujeres a hacer lo mismo. He compartido recursos, promovido emprendimientos, dado consejos sinceros y sostenido con empatía. Apoyar a otras no solo las ha fortalecido a ellas; también me ha hecho crecer a mí. Porque cuando una mujer avanza, avanzamos todas.
Creo profundamente en el liderazgo femenino. Tiene características propias: priorizamos la comunicación, cuidamos los procesos además de los objetivos, y nos importan genuinamente los equipos y el trato a las personas. Es un liderazgo que suma, no que reemplaza. Se complementa con el de los hombres, y en esa diversidad está su riqueza. Cuando somos conscientes de esa diferencia, y la abrazamos, generamos culturas más humanas, resilientes y sostenibles.
Y hay algo que nunca olvido: cuando haces un llamado por causas, si tu compañía —o tú misma— no cree realmente en lo que promueve, te vuelves ruido. Esa frase la dije en una entrevista y la sostengo con más fuerza hoy. Me niego a ser solo una voz decorativa. Mi red tiene sentido porque está alineada con lo que soy, con lo que pienso y con lo que hago todos los días. No basta con estar presente: hay que tener coherencia.
Para mí, la Comunidad MI representa eso: un espacio donde el talento se conecta con la acción, donde la generosidad no es excepción, sino norma. Donde ser visible no es vanidad, sino una forma de liderar con el ejemplo. Aquí he encontrado inspiración, alianzas y también amigas. Una red real, viva, que me recuerda que ser mujer y profesional en Chile puede ser desafiante, pero también profundamente transformador si caminamos juntas.
@gabrielasalvador
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