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Columna de ELISABET RODRÍGUEZ CAMÓN

Psicóloga General.



¿QUÉ ES LA FRUSTACIÓN Y CÓMO AFECTA NUESTRA VIDA?

Frustración: definimos el concepto y explicamos cómo evitar caer en sus garras.


Se oye mucho en el día a día, en los medios de comunicación. "El entrenador acabó frustrado al no poder remontar el partido", "Le invadió una fuerte sensación de frustración al no poder lograr ese puesto de trabajo", etc.


Pero, ¿Qué es exactamente la frustración y qué implicaciones tiene para nuestro éxito en el terreno laboral y personal? Frustración: definiendo el concepto.


El concepto de frustración se define como el sentimiento que se genera en un individuo cuando no puede satisfacer un deseo planteado. Ante este tipo de situaciones, la persona suele reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, de ansiedad o disforia, principalmente.


Considerando como un aspecto inherente a la vida humana el hecho de asumir la imposibilidad de lograr todo aquello que uno desea y en el momento en que se anhela, el punto clave reside en la capacidad de gestionar y aceptar esta discrepancia entre lo ideal y lo real. Así, el origen de la problemática no se encuentra en las situaciones externas en sí mismas, sino en la forma en la que el individuo las afronta. Se entiende, desde esta perspectiva, que la frustración se compone tanto de una situación real ocurrida como de la vivencia a nivel emocional elaborada a partir de dicha situación.


¿Cómo afrontar con éxito la sensación de frustración?

La adecuada gestión de la frustración deviene una actitud y, como tal, esta puede trabajarse y desarrollarse; la frustración es un estado transitorio y, por ende, reversible. De esta manera, una adecuada gestión de la frustración consiste en entrenar al individuo en la aceptación tanto del evento externo -lo que ha ocurrido- como del interno -la vivencia emocional de ello-.


La frustración puede categorizarse como una respuesta primaria o instintiva. Es una reacción que de forma natural muestra un estado emocionalmente desagradable cuando se da la ocurrencia de una interferencia ante la persecución de un objetivo propuesto.


Este es el planteamiento que propusieron autores como Dollard, Miler, Mower y Sears en 1938, originando un nuevo campo de investigación sobre esta temática poco explorada anteriormente. La intensidad de la reacción de frustración puede variar sustancialmente, hasta el punto de propiciar afectaciones incluso a nivel cognoscitivo en situaciones de elevada gravedad, como por ejemplo, la aparición de alteraciones en la capacidad de memoria, atención o percepción.


¿Qué es la baja tolerancia a la frustración?

A las personas que de forma usual reaccionan manifestando frustración se les atribuye una característica funcional llamada baja tolerancia a la frustración. Este estilo parece ser más prevalente en la sociedad actual occidental, donde la mayor parte de los fenómenos que la componen se basan en la inmediatez y la incapacidad de espera.


Los individuos que presentan este modo de hacer se caracterizan también por poseer un razonamiento rígido e inflexible, con escasa capacidad de adaptación a los cambios no programados. Por otra parte, suelen disponer de una serie de cogniciones distorsionadas que no se adecuan a la realidad, debido a la cual interpretan como insoportable el deber lidiar con emociones más desagradables como el enfado o la tristeza y les conduce, por otra parte, a elaborar una serie de expectativas previas alejadas de lo racional, desmesuradas y extremamente exigentes.


Cómo se comportan las personas con baja tolerancia a la frustración?

Por lo general y de forma sintetizada, las personas que presentan un funcionamiento basado en una escasa tolerancia a la frustración presentan las siguientes características:

1. Tienen dificultades para controlar las emociones.

2. Son más impulsivas, impacientes y exigentes.

3. Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, de forma que cuando se tienen que enfrentar a la espera o a la postergación de estas pueden reaccionar de forma explosiva con ataques de ira o retraimiento y tristeza extremos.

4. Pueden desarrollar con más facilidad que otros individuos cuadros de ansiedad o depresión ante los conflictos o grandes dificultades.

5. Creen que todo gira a su alrededor y que merecen todo aquello que demandan, de forma que sienten cualquier límite como injusto puesto que va en contra de sus deseos. Les cuesta comprender por qué no se les da todo lo que desean.

6. Tienen una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad.

7. Manifiestan una tendencia a pensar de manera radical: una cosa es blanca o negra, no hay punto intermedio.

8. Se desmotivan fácilmente ante cualquier dificultad.

9. Realizan chantaje emocional si no se cumple lo que desean inmediatamente, manipulando a la otra persona con mensajes hirientes.

¿Qué factores pueden causarla?


De entre los factores que pueden predisponer y/o precipitar la aparición de un disturbio de baja tolerancia a la frustración se distinguen los siguientes:

• El temperamento: las disposiciones más internas, biológicas y genéticas como el temperamento distinguen a los individuos en sus habilidades innatas, entre las cuales puede incluirse la tolerancia a la frustración.

• Las condiciones sociales: en función del entorno social y cultural en el que esté circunscrita la persona influye notablemente en el funcionamiento personal e interpersonal. Los estudios demuestran que en la sociedad occidental la ocurrencia de este tipo de problemática es significativamente más elevada que en otras culturas distintas.

• Ciertas dificultades en la expresión emocional: un vocabulario restringido, un déficit en la capacidad para identificar y reconocer emociones experimentadas y una creencia errónea sobre la idea de que manifestar emociones desagradables es perjudicial y debe evitarse, correlacionan positivamente con un funcionamiento persistente de baja tolerancia a la frustración.

• Algunos modelos que presentan déficits en autocontrol: en el caso de los menores, estos aprenden una gran parte de su repertorio conductual a partir de lo observado en sus figuras referentes. Modelos parentales escasamente hábiles en la gestión de la frustración trasmiten a sus hijos esa misma incompetencia.

• Una interpretación errónea de las señales: el sujeto puede valorar la situación frustrante como intensamente amenazante y peligrosa, haciendo más complejo un afrontamiento adecuado.

• La recompensa por la acción retardada: debe reforzarse todo intento por parte del individuo de efectuar una respuesta autocontrolada y demorada con la finalidad de que este comportamiento vaya adquiriendo fuerza y aumente su frecuencia.



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