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Columna de LORETO LEYTON

Directora Ejecutiva Fundación Chilena del Pacífico/ Techo Internacional


COMO TEJER UNA RED


Si me hubiesen dicho hace 30 años que una de mis grandes fortalezas iba a ser la capacidad de construir redes que serían en extremo valiosas para mi vida profesional, no sólo no lo hubiera creído si no que tampoco entendido. No se estudiaba ni era tema en nuestra formación. Y, sin embargo, mirando hacia atrás, puedo decir que las redes que fui armando de manera intuitiva a lo largo de mi carrera, han sido extremadamente valiosas e importantes para mi éxito profesional.


Entre lo más importante para construir mis redes, destacaría entender que toda persona que nos toca conocer, con quien nos relacionamos día a día, desde el portero del edificio, la asistente de la oficina, tu colega de trabajo, tu jefe y así sucesivamente, tiene un valor intrínseco que no tienes idea en cómo te puede retribuir más tarde. En cada interacción por simple o compleja que sea, hacerla desde el respeto, la empatía, con tiempo para escuchar al otro, con altura de miras y, siempre que se pueda, con una pequeña dosis de humor.


No se trata del número de contactos en nuestra agenda, si no que, de todos ellos, cuántos te contestarían o devolverían la llamada. Y aquí es donde entra algo clave y es cómo generar “vínculos”. Son ellos los que le dan el verdadero valor a tu red.


Cómo fue mi historia? Fui una persona muy tímida en el colegio, a la que le costaba horrores entablar una conversación con alguien desconocido. Era tanto lo que sufría que fue ese sufrimiento el que me movilizó. Pero más que todo, fue la convicción que tenía que salir de este cascarón que me ahogaba. Me obligué a ir a un intercambio a EEUU, donde llegué a un pueblo perdido en la mitad de Kansas. Tanto como yo me sentía en la mitad de la nada, la gente del pueblo pensaba que yo era lo más cercano a un alien que habían visto. Fue esa curiosidad por saber de dónde venía, qué pensaba, quién era, que me obligó a hablar, y en público, ante un escenario, en inglés. Luego en la radio local, la alcaldía y, así, me transformé en una curiosidad. Lo que no sabían, y yo tampoco, era que me habían hecho el favor más grande de la vida.


Años más tarde, ya en Naciones Unidas en mi calidad de diplomática la vida me forzó a dar otro pequeño salto. Tuve que aprender el arte de la negociación con los diplomáticos más destacados del mundo. Aquí no sólo valía el saber negociar con argumentos sólidos, si no que el entablar vínculos más allá de la mesa de negociación, con gente de culturas y valores muy distintos. Aquí aprendí que no importa el origen, raza, color, edad, género, todos somos humanos con sentimientos, fortalezas, debilidades y también el bendito humor. Que la fuerza del vínculo con cualquier persona se basa en la honestidad, confianza y en la palabra empeñada. Esto último tiene que ver con crear un vínculo, ser consistente con lo expresado, en el hablar y en el vivir. El ser una persona “creíble” se construye de a poco y tiene una fuerza que puede muchas veces mover montañas.


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