Columna de CAROLINA SANHUEZA
- Fabiola Olate Sagredo
- 27 oct
- 2 Min. de lectura
Relacionadora Pública/ Comunicadora/ Directora Comercial de LINKK- SURMODEL
PUENTES QUE: CAMBIAN DESTINOS

En Chile hay más de 1.385.000 estudiantes matriculados en educación superior —entre universidades, institutos profesionales y centros técnicos—.
Muchos estudian con esfuerzo, soñando con su primer trabajo profesional. Sin embargo, solo una minoría logra acceder a una práctica real, mientras el desempleo juvenil sigue siendo una herida abierta.
Hoy, mientras la tasa nacional de desempleo ronda el 8,9 %, el desempleo juvenil supera el 21 %. Eso significa que uno de cada cinco jóvenes chilenos no encuentra trabajo, una cifra que duplica el promedio nacional. Para miles de ellos, la falta de experiencia o de redes se convierte en un muro invisible que les impide avanzar.
Esa realidad fue el desafío que me impulsó a emprender. Desde Surmodel, en Temuco, años más tarde desde el Distrito V21 comencé ofreciendo espacios laborales a jóvenes que necesitaban aprender, ganar experiencia y recibir un pago digno por su trabajo.
Lo que al inicio fue un gesto pequeño se transformó en un propósito: conectar jóvenes con empresas para que el talento y el esfuerzo encuentren oportunidades reales. Vi cómo el trabajo les daba confianza, disciplina y esperanza. Pero sobre todo, les devolvía algo esencial: dignidad.
Y con los años comprendí algo más profundo: que una oportunidad, por breve que sea, puede cambiar el rumbo de una vida.
Imaginen a un joven que, por primera vez, cruza la puerta de una empresa. Observa cómo funciona, conversa con los equipos, siente que pertenece. Esa experiencia —aunque dure una semana— puede despertar vocaciones, abrir sueños, construir futuro. Nos muestra también cuán distante sigue estando la academia del mundo laboral, y cuánto podríamos ganar si los conectáramos mejor.
Si logramos que miles de empresas se sumen a ofrecer experiencias así, cambiaríamos la manera en que los jóvenes miran el trabajo, y también cómo las empresas entienden su rol social. No se trata solo de contratar, sino de acercar mundos que hoy están desconectados.
Vengo de regiones, de lugares donde las oportunidades se construyen con más esfuerzo. Sé lo que es emprender, levantar equipos, equivocarse y volver a empezar. Pero nada me conmueve más que mirar a los ojos a un joven talentoso que, pese a todo su esfuerzo, no tiene las mismas posibilidades que otros con más redes o con un apellido conocido.
He visto como una oportunidad puede transformar una historia: jóvenes que entraron tímidos a su primer trabajo y hoy lideran equipos o financian sus estudios con orgullo. Cada encuentro confirma que cuando una empresa abre su puerta a un joven, invierte en el país que quiere construir.
Hoy mi invitación es simple: imaginemos que ese joven es nuestro hijo. ¿Qué haríamos si nadie le diera la oportunidad de demostrar su talento?
Ahí comienza el cambio. No con discursos, sino con decisiones que abren caminos.
Conectar no es solo mi trabajo; es mi manera de transformar. Es articular para que las cosas pasen, generando oportunidades reales y con propósito. Y tu empresa puede jugar un rol esencial en ello.
Esta es mi invitación: abrir puertas, tender puentes, sembrar futuro.
@carolinasanhueza

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