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Columna de CAROLINA GARCIA

Ingeniera Civil de la Universidad de Chile / Certificada en Gobierno Corporativo para Directoras en sector minero UAI / Certificada en Gobiernos Corporativos de Empresas con base científica tecnológica por Women Board UP y PUC / Coach ejecutiva / Past President International Coaching Federation ICF / Embajadora ExpoInclusion / Fundadora de Comunidad Inclusiva 


LLEGO LA HORA DE SACAR EL ACOSO DEBAJO DE LA ALFOMBRA


Este 1 de agosto de 2024 entra en vigencia en Chile, la Ley Karin. Legislación que busca la erradicación del acoso laboral y sexual en un entorno laboral y genera tremendos avances en materia de prevención de riesgos psicosociales.


El nombre de esta ley es en memoria de la técnico en enfermería de nivel superior (TENS), Karin Salgado, quien sufrió acoso laboral y se suicidó en 2019. Su trágica historia inspiró esta normativa que busca prevenir, investigar y sancionar el acoso laboral, sexual o de violencia en el trabajo.


Mediante esta forma muy dolorosa, Karin representa a las miles de mujeres – en su gran mayoría – que han experimentado algún tipo de acoso laboral y que según el Ministerio del Trabajo, llega un 80% de las mujeres trabajadoras en nuestro país.


Esta impactante cifra me hace pensar en todas las personas y mayoritariamente mujeres que han atravesado por este tipo de situaciones. Un tema difícil, que me transporta hace veinte años atrás, cuando el Gerente General de la compañía en la que trabajaba en ese entonces, me obligó a renunciar. ¿La razón? Haber rechazado sus extraños abrazos, inesperados coqueteos y sus invitaciones a salir.


Siempre fui educada con él, hice caso omiso de sus insinuaciones. Sin embargo, cuando comprobó que sus acciones no tenían respuesta, me llamó a su oficina y me dijo “Carolina, te pido que renuncies pues ya no puedo trabajar contigo”. Le pedí que justificara la decisión y se limitó a recalcar que no era posible seguir trabajando juntos. Me negué a realizar una renuncia voluntaria como él quería y no me despidió.


Pero siguió hostigándome. Me sacó de las reuniones, me dejó fuera de los correos de coordinación, me cambió de proyectos importantes a otros sin relevancia. En fin, hizo todo lo posible para agotarme y hacerme flaquear. Y una tarde de invierno al salir de la oficina, me crucé con él. “Hasta cuándo vas a aguantar, te quiero fuera -me dijo- No tengo cómo justificar el despido frente al directorio, renuncia y te pago tu indemnización igual”, aseguró mirando al horizonte.


A los meses, el desánimo y miedo a sus futuras acciones me provocó un cuadro ansioso que me hizo renunciar por “razones personales” y llegar a un acuerdo.

A las semanas de terminada la pesadilla, me llamó uno de los directores para preguntarme el porqué de mi decisión y no me atreví a decir la verdad. Años después tomé conciencia de lo que me había pasado y supe que esa situación era acoso y violencia laboral.


En tiempos actuales, estas acciones deberían ser cada vez menos frecuentes, pero en la práctica no es así.


Por ello, los líderes deben fomentar y modelar estilos que permitan un clima laboral que permita a las personas trabajar tranquilas y así dar lo mejor. Esta ley motiva el trato respetuoso y pone límites a conductas inapropiadas que a veces son válidas culturalmente.


El ánimo de la ley es trabajar la prevención y capacitación. Ésta se ha demonizado, y escucho muchos llamados que es exagerada y ahora cualquier cosa será denunciada. Por eso es tan importante hablar, contar casos reales, los que seguramente están en todos lados.


Así podremos capacitar en conciencia, pues este tema ha existido siempre, sólo se ha ocultado transformándose en un tabú que hoy las empresas – en su gran mayoría- están dispuestas a disolver, realizando prácticas y sistematizaciones que las lleven a abordarlo de forma correcta a través de protocolos de prevención de acoso y violencia, que serán comunicados transversalmente, como también la creación de un canal de denuncias y procedimientos de investigación.


Más que tener miedo a esta ley, celebremos estas conversaciones poderosas que en el pasado se mantenían bajo de la alfombra.

Aprovéchenos de trabajar con los encargados de promover el liderazgo inclusivo donde se pueden tocar temas como sesgos inconscientes, la empatía con la diferencia, con el otro, la aceptación de otros.


Veamos el avance que hay en esta ley y trabajemos en campañas para promover buenos ambientes laborales respetuosos, para que nunca más haya personas obligadas a renunciar, ni menos que se quiten la vida por este motivo.


@carolinagarciaberguecio

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